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Spartathlon 246K – Sorteando las variables de Atenas a Esparta

11/30/2016

2 Comentarios

 
Por _Rubén Barrera
Dedicado a mi esposa Cinthia y a mi hijo Rubén Eduardo, a quienes llevé en la mente durante toda esta travesía y por quienes no podía fallar.



El Spartathlon es una carrera “non-stop” de 246K, que busca seguir los pasos de Filípides a través de la ruta que correría para solicitar ayuda a Esparta, partiendo de Atenas, durante la invasión de los Persas,  dándole un contexto histórico único y mítico, realizándose en la cuna del Maratón.

Qué buena sorpresa me llevé al llegar al registro, pues la “International Spartathlon Association” (ISA), que lo organiza, ha procurado mantener la esencia de la carrera, el contexto, y promueve un espíritu prácticamente Olímpico, que evita toda connotación profesional, comercial o de presencia de marcas, y pone reglas claras al evento, incluyendo apretados tiempos de corte para cada punto de control (CPs), que no son permitidos los “pacers”, y que los “supporters” (crews)  pueden ver a los competidores en sólo 15 de los 75 puntos de control, repartidos a lo largo de los 246 Kms, con penalización de descalificación del corredor si se infringe alguna de las reglas.

El atleta, rigurosamente seleccionado y calificado por la ISA, va representando a su país, y son prácticamente delegaciones las que llegan al evento, estando entre los principales países, por su número de participantes,  Japón (60), Grecia (59), Alemania (33), y Reino Unido (26), y una presencia de 48 naciones para un total de sólo 390 competidores;  México en esta ocasión estuvo representado por  3 competidores, Iván D. Márquez, Víctor Bátiz y yo.

¿Cómo llegamos ahí?

A finales del año pasado aplicamos a los que, en mi opinión, son los dos Ultramaratones más importantes o de mayor renombre de Europa, y que alguna vez en la vida habría que hacer: UTMB en su  carrera principal de 170K, la fiesta del Ultra Trail, y el Spartathlon de 246K,  el denominado “Grial” del Ultramaratón, prácticamente la “Olimpiada” de esta disciplina, por su riguroso proceso de selección, por calificación con base a resultados y tiempos,  que van acordes al apretado tiempo de 36 hrs que dan para completarlo; como referencia muchas carreras de 100 millas (160K) dan hasta 36 hrs, y aquí hay que hacer 86 Kms más en el mismo tiempo,  y comparándolo con el maratón, significaría hacer casi 6 maratones seguidos teniendo 6 horas como máximo para completar cada uno de ellos.

En realidad, de ser afortunado,  esperaba quedar seleccionado en alguna de estas dos carreras, pero la sorpresa estuvo en ser aceptado en ambas, y ante esto la difícil decisión de sacrificar alguna venía a la mente, en especial por tratarse de dos carreras tan diferentes en su preparación y realización, por sus condiciones de terreno y climáticas, distancia, sin mencionar que están a prácticamente 1 mes una del otra.
Desde luego que el Spartathlon había tenido siempre un lugar especial, desde que conocí a Cinthia, quien me mostró el camino del ultra, y  me platicó por primera vez sobre esta épica carrera, con una emoción única  y como algo mítico y que yo entonces veía muy lejano;  después ambos tuvimos oportunidad de conocer buenos corredores que habían estado allí, y saber de su logro o intentos de realizarlo, lo que lo volvía aún más interesante,  al grado que siempre lo consideré como mi  “graduación” como corredor.

Siempre he creído que el correr es una disciplina de múltiples variables, y son carreras como Spartathlon, que nos recuerdan que debemos cuidar todas y  cada una de ellas, si, siempre la distancia que a muchos atrae, pero además el tiempo, que habrá quien descarte,  pero aquí es clave el ritmo (paso o velocidad), y trabajar diferente dependiendo de la altimetría, altitud y condiciones climáticas. Agregándole complejidad, una variable más, la recuperación,  y el reto era ¿cómo llegar a los 246K del  Spartathlon, y ser exitoso,  a 1 mes de de completar los 170K UTMB?

Así, desde meses antes, definimos una estrategia para realizarlo, pero para ser muy realistas, UTMB fue una experiencia increíble y compartida,  que no hubiera querido perderme, pero los 170K y 10,000m de desnivel positivo, siempre sí dejaron algunas secuelas, aún con las semanas intermedias para recuperación.

Además de esto,  también fue un reto tratar de hacer todos los arreglos logísticos, sin dejar de cumplir con todos los compromisos de trabajo, algo apresurado, pero bien valía la pena intentarlo; para no entrar en mayores detalles, con algunos contratiempos logramos viajar  a Atenas, y después de casi un día perdido de viaje, y dormir un rato, estábamos listos para el registro, para correr al día siguiente. Cinthia en esta ocasión estaba conmigo para ser “co-pilot” de esta aventura,  eso vaya que sería un gran apoyo, en especial por su amplia experiencia como ultramaratonista y Coach, pero además saber que me esperaría, sería una gran motivación para llegar a cada punto de control permitido.

La Competencia – Spartathlon 2016

Después de realizar el registro y entregar algunas provisiones para los puntos de control, estábamos listos para ir a la plática previa y a descansar. Tenía tiempo que ninguna carrera me generaba esa sensación de hacer algo por primera vez, pero el Spartathlon y su magnitud definitivamente lo consiguieron, ese nervio e incertidumbre que no te dejan dormir, como cuando se hace el primer 10K, el primer maratón o ultra. El pronóstico de clima no era muy alentador, haría mucho calor, y éste fue uno de los grandes retos de la carrera, al fin siempre hay que sortear variables que uno no puede controlar.

La carrera comenzaba el viernes 29 a las 7:00 a.m. y llegar a la Acrópolis, admirar el Partenón y otras construcciones, que datan de ~400 años a.C., es algo simplemente indescriptible, como el clima de competencia que se respiraba, a primera vista un conjunto de corredores bien preparados para ella, así lo indicaría simplemente  el hecho de haber sido aceptados a la prueba.

A la salida, se toma un camino empedrado que rodea la Acrópolis, a partir de allí  cruzamos por las calles de Atenas en un camino ligeramente ondulado, la estrategia era llevar un paso controlado, pero teniendo en mente que el 42K había que pasarlo en menos de 4 horas, pues el corte era a las 4:30.

En esta parte, el camino te lleva a través de calles, avenidas y posteriormente de la autopista para cruzar diversos puertos industriales y petroleros de Grecia,  además de algunas refinerías, sin embargo la vista que había del puerto era bastante atractiva.

El clima durante la mañana fue fresco, pero no había una sola nube en el cielo, ni mucho menos dónde cubrirse del sol apenas calentó, sin embargo este primer maratón salió conforme al plan, 3 hrs 58 y estábamos  llegando al primer punto mayor de control (CP 11), donde Cinthia ya me esperaba,  siempre una gran motivación.

Al poco tiempo del primer punto mayor de control el camino se turnó más ondulado, si bien íbamos bordeando el mar, en realidad había tramos que eran difícilmente corribles, además de que para entonces el sol ya caía a plomo sobre nosotros y el calor se sentía en el pavimento, a partir de aquí comenzaron los primeros abandonos, y así la lucha de llegar por lo menos a la siguiente estación para refrescarte y tomar algo más de lo que podías llevar.  Antes de llegar al kilómetro 80 se cruza el canal de Corinto, que une el Golfo de Corinto con el Mar Egeo, y uno de los lugares emblemáticos de la ruta, todo esto después de pasar por una bella costera que te hace imaginar estar en la playa, cuando el sufrimiento del ultra apenas comenzaba.

Al llegar a la estación de  Corinto, el plan original se acabó, pensaba tomar mayor ventaja sobre los tiempos de corte, y ahora los sentía apretados, pero a partir de allí, con las piernas algo adoloridas después de 80K de ruta y quizá algo de la carga de la competencia pasada, y el calor que no esperaba, me hicieron cambiar de planes. Habría que trabajar con las variables y mantenerme corriendo lo más posible para cruzar a tiempo todas las estaciones, tolerar las condiciones de calor, y sortear el terreno que era más ondulado de lo que indicaba aquella gráfica de altimetría “Contour Map”  trazada a mano que se encontraba en la página de la carrera;  era una versión muy simplificada y en ocasiones contradictoria, cuando se suponía que ibas a descender encontrabas una subida, o colinas no representadas en la gráfica, eso era ahora parte del juego.

Fue un alivio encontrarme nuevamente con Cinthia por segunda ocasión en el CP22, definitivamente es una gran ventaja tener soporte en esta carrera, y tiene que ser alguien experimentado como ella, quien en poco tiempo me auxilió, me ayudó a relajar las piernas, me tenía algo de comida, que en la estación era  más limitada, hice recarga de agua, electrolitos, productos energéticos y salí lo más rápido posible.

Durante la ruta se van pasando diferentes ciudades y pueblos pequeños, muchos de ellos con conocimiento de la carrera, que te celebran al cruzar, en alguno de ellos hasta autógrafo pedían a los corredores, pero  también hay muchos parajes desolados donde no ves ni un alma y te hacen recordar el verdadero sentir de un Ultra. En otros tramos veías a  tus compañeros corredores que llevaban más o menos tu mismo paso, pasaban los carros de apoyo y oficiales, y sólo esperabas llegar a las siguientes las estaciones.

La variable crítica siguió siendo el tiempo y  los apretados tiempos de corte, dadas las condiciones. Definitivamente esta carrera te lleva a empujar todo el tiempo, y a lo largo de la ruta nos tocó ver mucha gente que luchaba arduamente por seguir adelante, aún cuando la carrera los había dañado notablemente.

Para ponerlo en perspectiva, en resumen para la noche del primer día me sentía, aunque podía ser normal, cansado, con las piernas  tocadas, con el tiempo justo para terminar, e inclusive con dudas de ser “cortado”, y habíamos marcado un 42.2K de ~3hrs 58 mins, un 80K de ~8hrs 45 mins, un 100K de ~11 hrs 45 mins, y para entonces el único plan era mantenerme corriendo lo más posible, siempre con el gran apoyo de Cinthia que me veía en cada punto que era permitido, que me motivaba en todo momento y auxiliaba, inclusive en los “bajones” que te dan en la distancia, y me decía, apúrale,  “Corre”;  eso es lo que había que seguir haciendo, y pensaba entonces en que no quería fallar, menos después de tantos kilómetros recorridos.

En el tramo de Nemea a Lyrkia se pasa por varias poblaciones, y ruinas de la Civilización Griega Antigua, incluido el templo de Apolo. En este tramo se tienen algunos ascensos importantes, que no te permiten correr como quisieras,  y descensos que empiezan a poner a prueba las piernas, pero que hay que aprovechar para avanzar, pues el reloj sigue contando.


Para el kilómetro 148, en Lyrkia, te encuentras de noche y  en pleno ascenso hacia la sección de la montaña, en este punto encontré a Cinthia quien me ayudó a prepararme para cruzarla. En el kilómetro 159 se encuentra la base de la Montaña (estación Mountain Base), ya para entonces has ascendido unos 700 metros verticales en pocos kilómetros, y viene otro tanto igual en terrenos mucho más técnicos y de roca;  si bien otras carreras pueden tener ascensos mayores, en ésta el reto es subir cuando traes las piernas resentidas de haber corrido todo el día. Para entonces habían pasado 21 hrs 30mins de carrera y prácticamente 100 millas, suficiente para cruzar dentro del tiempo permitido.

En este punto, en lo alto,  se podían apreciar las luces de  los corredores que iban adelante, la vista impresionaba al saber que tendrías que llegar allá, pero aún con el cansancio busqué subir a buen ritmo, y lo que parecía que era una larga subida, finalmente terminó;  para mi sorpresa no sé si la bajada fue más complicada, pero al terminar la montaña, solo pensaba que habíamos superado el punto más alto y todo sería cuesta abajo.

Dado el calor que hizo durante el primer día el objetivo era avanzar lo más posible durante la noche y el amanecer, así que pasando la Montaña, cuando el terreno se vuelve mucho más amigable  corrimos a la siguiente estación mayor.  Al amanecer nos encontrábamos en Nestani (CP 52 de 75)  en el km 172, donde aprovechamos para recargar, comer algo, cambio de ropa, preparándonos para el día, con el apoyo de Cinthia que me esperaba allí.
Entre el kilómetro 172 y el 195, el terreno es mayormente plano o si acaso un poco ondulado, tal cual y lo esperaba, además del cansancio normal,  conforme fueron avanzando las horas lo más complicado fue tolerar el calor, y pasando la estación de Tegea, hacer un ascenso final  a través de 22 kms. Para entonces muchos de los corredores ya venían bastante mal,  inclusive siendo algo peligroso, pues en el estado en que iban se perfilaban hacia la mitad de la carretera donde había tráfico constante para esa hora, traté de auxiliar a algunos de ellos.

Durante este tramo de calor algunos de los puntos de control tenían escasez de hielo y algunos productos básicos, nuevamente la ayuda de Cinthia fue invaluable, al poder contar con hielo y  refresco frío, a estas alturas ya no podía comer mucho, pues con el calor simplemente no se me antojaba, así que tomé algunos productos energéticos para mantenerme. Recuerdo desde luego también algunas barreras mentales, como cruzar el km 193 (máxima distancia que había corrido antes), pasar el 200 y posteriormente estar a una distancia menor al maratón de la meta, sin embargo fue un poco difícil pensar que aunque ya se había llegado al punto más alto seguía un terreno ondulado  con algunas cuestas pronunciadas, cuando en aquella gráfica de altimetría simplemente  no aparecían,  hasta entonces conseguí mantenerme a un tiempo razonable del corte,  y afortunadamente conforme nos acercábamos a la meta tenía finalmente certeza de poder llegar a ella en el tiempo establecido o un poco antes.

Finalmente el descenso llegó y los últimos 28 kilómetros nos llevan al valle de Evrotas, y a los últimos check points, y cuando llegas a la estación de Voutiani (CP 72), prácticamente puedes admirar el camino a la meta, estando a tan sólo 10kms de distancia, culminando en un descenso final y cruzando un  plano a través de la Ciudad.  Mi mayor premio, ver a Cinthia cerca de la meta, sentir su orgullo de lo que habíamos logrado juntos, poder llegar sano,  en pie y trotar los últimos kilómetros hacia la estatua del Rey Leónidas (CP 75 Km 246).

Hasta ahora sin duda la más dura y dolorosa carrera que me ha tocado vivir,  y por lo mismo sentí una emoción increíble de poder finalizarla, entrando a la meta con los niños de Esparta, y entre tanta gente de Grecia y otras partes del mundo que gritaban México.

Para mí una gran prueba de resistencia, pero en especial una enorme lección de humildad.  Durante la ruta puedes ir viendo cómo tu fortaleza y velocidad van menguando, pero compartes ese espíritu de lucha y supervivencia con muchos de los corredores, mientras vas sorteando todas las variables y donde el ego simplemente no existe para ningún competidor.  

Me quedo también con muy buenas experiencias de con quienes compartimos kilómetros en esta aventura; el haber convivido con compañeros y grandes corredores de todo el mundo, Japón, Finlandia, Estados Unidos, Grecia, Brasil, Argentina, Puerto Rico, etc., aún recuerdo algunos pasajes y charlas con cada uno de ellos durante y después de la carrera;  y  desde luego un placer haber compartido esta competencia con mis compatriotas y buenos amigos:  Iván, Muchas Felicidades! por terminar el Spartathlon por segunda ocasión, y Víctor, por tener el coraje de estar en esa línea de salida, estoy seguro que Leónidas te espera,  ambos de enorme calidez, y que  esperamos ver muy  pronto.

Un agradecimiento y mención especial a Cinthia, por compartir UTMB, por llenarme de orgullo al concluir la durísima prueba con 170K y 10,000m D+, siendo la primera mexicana en hacerlo, y por estar siempre conmigo y cuidarme durante las casi 36 horas de esta locura llamada Spartathlon,  que desde hace tiempo soñamos.

Gracias familia, equipo, amigos y a todos quienes a hacen esto posible: Altra Running, Jöttnar, BlackDiamond, Ultraspire, Hammer Nutrition México y Guts México. 

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2 Comentarios
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